Hay veces que, en medio de la pelea contra una crisis que está por doblegarte, aparece un personaje que le da un respiro a la situación. Desde el puesto G-25 del Mercado Mayorista de Lima, Rubí Guerra pelea, tal vez sin saberlo, por una sociedad agotada por más de 40 días de encierro, miedo y muerte. ¿Es posible que en el Perú una palta sea símbolo de esperanza en medio de la tragedia de la pandemia? Podría serlo, si es que tratamos de ver debajo del traje que sostiene Rubí.

Desde que el 26 de abril ella y su traje verde hicieron sonreír a miles de personas en televisión nacional, se volvió viral en las redes sociales y desde entonces la gente la ha llamado ‘la palta emocionada’ agradeciéndole por haberles sacado una sonrisa en medio de la crisis sanitaria.

Sin embargo, en los momentos que no tiene el traje por el calor, nos daremos cuenta que no es solo una palta que pelea a carcajadas, arriesgando su vida frente al COVID-19 rodeada de gente en el mercado más grande de Lima. También es una mujer de casi 18 años que trabaja duro día tras día apoyando a su hermana a sostener su negocio y de paso el abastecimiento de la ciudad, tal como lo han hecho durante décadas y lo siguen haciendo miles de familias emprendedoras peruanas que no descansaron hasta ganar la pelea de lograr tener una vida digna.